lunes, 21 de diciembre de 2020

YULE: del Solsticio de Invierno a la Navidad.(La Valencia pagana #4)

 

La espiral celta, antigua representación del Sol en todo su poder.
Recreación y fotografía: I. Balensiya.
CAMPANAR
Sant Pau


Callejero estamos próximos a los días de Navidad. Se acerca el final del año y en estos días solemos hacer la vista hacía atrás y analizar como han sido las cosas, que nos ha aportado este año, si hemos aprendido algo más, si hemos conocido a alguien que nos haya aportado algo beneficioso. Si tenemos trabajo, o si simplemente lo hemos dejado atrás en busca de nuevos horizontes. Es tiempo de estar en casa con la familia, de sentarnos juntos alrededor de una mesa y contemplarnos a nosotros mismos, a nuestro interior y valorar lo que tenemos y lo que somos. Pensar si lo que somos es lo que queremos ser, si estamos en el camino correcto para llegar a ese puerto que tanto ansiamos.

Para algunos de nosotros estos días es tiempo de meditaciones y recogimiento religioso, para otros de celebración entorno a manjares que solo probamos en estos días, para otros es algo puramente comercial y piensan como sacar beneficio de ello.

Seas como seas callejero, hay que mirar más allá. Mirar arriba en busca del Sol, pues es a él a quien se honra en estos días. Navidad no es más que la cristianización de la fiesta del Sol Invictus, o como científicamente se llama a esto,  el Solsticio del Sol.

Atardecer de Invierno.
Fotografía: I. Balensiya. 

En tiempos antiguos cuando nuestros antepasados eran conocidos como paganos, hoy 21 de diciembre se celebraba una fiesta, que en el pueblo celta era conocida como Yule - Y con ese término me referiré a ella como sinónimo de “Navidad pagana”- que solía festejar el solsticio de Invierno, que ha entrado hoy.   

Este solsticio entra cuando la mitad oscura del año, se separa de la mitad de la luz. Ocurriendo así la Noche más larga del año. El manto de la oscuridad se hará a partir de ahora más débil, y la luz dominará los días. En pocas palabras y menos poético, a partir de mañana el sol irá poco a poco subiendo más alto.

Tal vez esto te resulte un poco confuso callejero. En el pueblo celta – me refiero a este porque España bien fue celta, y parte de ella ibera, y que tal vez sus costumbres religiosas fueron semejantes a las celtas – Existía el Dios Solar y la Diosa Lunar. El año era una rueda que iba girando entorno a la vida del Dios. De un Dios que dejaba preñada a la Diosa, para acabar muriendo y la Diosa con su semilla en el vientre daba a luz a un Niño Sol que a su vez era la reencarnación del mismo Dios.

Recreación en arcilla de dioses celtas.
Elaboración y fotografía: I. Balensiya

Por otro lado, el Año Celta estaba divido en dos mitades, el Solsticio de Verano (mitad oscura) y el Solsticio de Invierno (mitad luminosa). El año estaba gobernado por dos reyes, Rey Acebo y Rey Roble. En el Solsticio de Verano, el Rey Acebo se enfrentaba contra el Rey Roble y lo derrota gobernando así la oscuridad y por eso los días se van acortando. En el Solsticio de Invierno gana la batalla el Rey Roble y este traerá el calor y la luz hasta el Solsticio de Verano cuando perderá la corona y los días se oscurecerán.

Los reyes de las dos mitades. 

Volviendo de nuevo al Solsticio de Invierno, es el momento en que la Diosa, da a luz a su Niño Sol, y los antiguos celtas encendían hogueras y bailaban a su alrededor toda la noche para llamar al amanecer donde se recuperaría después de un largo letargo, renaciendo de nuevo el Rey Roble, el dador de vida que calentaba la tierra fría, y la Naturaleza empezará a moverse de nuevo poco a poco porque al llegar marzo, tiene que florecer la vida de nuevo con la primavera.

Representación de la Diosa embarazada.
Elaboración y fotografía: I. Balensiya
 
A parte de las hogueras y de representar el sol pintando espirales, se decoraba con velas y ramas verdes. Porque el verde es el color de la Naturaleza, de la esperanza, del renacimiento y de la vida. Y esta noche nacía de nuevo el Niño Sol, regresando la esperanza al mundo. Se celebraba la nueva vida que nace, decorando las casas con hojas de acebo, muérdago, laurel, pino, salvia y como no, mucho roble. Dando el origen a nuestra decoración tradicional de rojo y verde.

Decoración a base de plantas tradicionales celtas.
Recreación y fotografía: I. Balensiya. 

La fiesta del Solsticio de Invierno, Yule, era una celebración procedente de las costumbres agrarias de nuestros antepasados que vivían pendientes del Sol y de los campos. Representa el renacimiento del Dios, después de su muerte. Todas las hojas se han caído, la naturaleza duerme, es el momento de mayor oscuridad antes que la luz regrese… Se encenderá la primera chispa y de la tierra, de la oscuridad más profunda surgirá la vida en los campos.

Es por este motivo de espera agraria es porque meditamos estos días. No tenemos campos que cultivar, ni criamos animales, pero ahí dentro de nuestra mente ha quedado ese sentimiento de aguardar, de recogimiento y meditación. Protegidos del frío en nuestras casas nos observamos a nosotros mismos y descubrimos nuevas cosas. Nuevos propósitos.  Este es el origen de ese sentimiento “navideño”.

Ese dios solar que adoraban nuestros antepasados, fue cambiado por otro “dios solar”. Jesús, la Luz del Mundo, pues la luz del mundo no es otra que el Sol.

Es por eso que la Iglesia Católica cuando quiso eliminar la fiesta, decidió que el nacimiento de Jesús coincidiera con las fiestas del Solsticio de Invierno que culminaban con la celebración del Sol Invictus, “el Sol victorioso” el 25 de diciembre. Una jugada perfecta. La fiesta, los banquetes continuaban para el pueblo, pero solo tenían un cambio de deidad. Así es como el Niño Sol, se convirtió en el Niño Jesús.

Jesús que al nacer trajo la esperanza y la luz al mundo. 


Pero en nuestra Navidad actual, no solo tenemos al Niño Jesús, sino tenemos a otro personaje más en algunas casas. Un señor mayor orondo, con barba blanca larga y vestido de rojo. ¿De dónde surgió esta figura del llamado Papa Noel?

Si buscamos en la cultura folclórica celta, tenemos al Rey Acebo, un anciano de barba blanca larga, vestido de rojo, con ramas de acebo adornado la ropa y a veces conduce un carruaje guiado por ocho ciervos.

La figura de Papa Noel procede de tierras nevadas, por eso hay que ir un poco más allá del pueblo celta que habitó por estas tierras. Hay que buscar las raíces en las tierras del norte, en la región nórdica.  

El origen de Papa Noel, no es más que una cabra. Sí, una cabra. Si viajamos a estos países nórdicos como son Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia e Islandia. Encontramos la figura de una cabra como elemento central de la fiesta navideña. Conocida como Julbock, lo que vendría a significar “Cabra de Yule”.

Adorno navideño en forma de cabra.
Típico de estos países.

Su origen era una figura de tamaño considerable fabricada en paja, que se remontaba a la tradición de sacrificar una cabra para celebrar el fin del año de labranza. - Recordemos que todo tiene origen en la cultura agraria – El motivo de escoger este animal, era porque el dios Thor, señor del trueno, conducía un carro tirado por dos cabras, con la peculiaridad de que podía alimentarse de ellas. Y una vez acabado cubrir los huesos con sus pieles y estas volvían a la vida de nuevo.

Como era considerado por los campesinos, como el dios protector de ellos, de las cosechas y el clima. Ya que una tormenta puede destrozar una cosecha, pues se le sacrificaban cabras en su honor.

Según cuenta la leyenda, un día Thor encontró en invierno a unos humildes campesinos que no tenían nada para comer, así que, apiadándose de ellos, mató a sus dos cabras y les regaló su carne para alimentarlos. Este mito evolucionó con el tiempo hasta que nació la Cabra de Yule, una especie de espíritu que visita los hogares en la fiesta, para ver si la gente está comportándose bien. Si es así daba regalos a los que lo merecían. 

Por esa razón los hombres mayores del hogar se disfrazaban de cabra y daban regalos a los niños durante los siglos XVII y XVIII.

Antigua postal, dónde aparece el
 hombre  ataviado de cabra.

Pero la iglesia católica no veía bien que los hombres se disfrazaran de “macho cabrío” con una capa de pellejo y nos cuernos, pues semejaban al Diablo. Pero dado que la tradición estaba tan arraigada de que una cabra llevara los regalos a los niños, a la figura de ese hombre mayor se eliminó el disfraz de cabra y solo quedó un anciano vestido de rojo, con una barba blanca como la de una cabra.

Disfraz de Julbock al que la iglesia se negó.

Fue en el siglo XIX cuando aparecía la figura de Papa Noel o Santa Claus. También mezclado un poco con la iconografía de San Nicolás, quién es portador de regalos en algunos países. Mientras que en otros del norte se convirtió este hombre en un gnomo o abuelo de las nieves.

Antigua postal donde el "abuelo de las Nieves"
alimenta a su cabra que tira de su trineo cargado de regalos. 

En cambio, en España donde la tradición católica había arraigado con fuerza, se dijo que los regalos los traían los Reyes Magos, y así a sido durante generaciones hasta que, dada la globalización y la comercialización de cine americano, se adoptó en algunos hogares la figura de Papa Noel, que no es más que la Cabra de Yule.

Quién trae los regalos en Europa.

Todos estos regalos procedan de quienes procedan, aparecen el día de Navidad debajo de tu árbol callejero. Un árbol que también tiene su origen en el mundo pagano.

El árbol de Navidad también proviene de la mitología nórdica, representa al divino Idrassil el grandioso roble que con sus ramas y raíces une el mundo de los dioses con el de los humanos. Estos paganos toman un árbol y dotándolo de sagrado lo decoraban con bayas rojas y demás elementos para la fiesta del Solsticio de Invierno.

Komorebi en un ficus de la ciudad.
Una recreación de Idrassil. 
Fotografía: I. Balensiya.

Cuando fueron evangelizados por San Bonifacio, cambió el roble por el pino, porque es el símbolo de la vida eterna y su forma triangular recordaba a la Trinidad. Los adornos pasaron a ser manzanas rojas como símbolo de la tentación y velas en recuerdo a Jesús, la luz del mundo. Logrando así la imagen del conocido pino de Navidad con bolas rojas y lucecitas. Una tradición decorativa que llegó a España en 1870.

Cambio de árbol sagrado.


Pastel de Tronco de Navidad. 

Otra de las cosas que tenemos son mesas llenas de comida, porque toda celebración desde antiguo ha sido con banquetes. En esas mesas en nuestros hogares tenemos un postre especial: el tronco de Navidad, que no es más que la representación comestible, del Tronco de Yule, un gran tronco de árbol que se guardaba de un año para otro. Se decoraba con ramas, bayas y todo lo que podían y lo hacían arder durante la noche del Solsticio para ayudar al Sol a renacer con fuerza.

Recreación y quema simbólica del Tronco de Yule.
Recreación y fotografía: I. Balensiya.

Se decía que sus llamas espantaban a los malos espíritus y sus cenizas se esparcía por los campos porque así lograrían buenas cosechas. Otra costumbre más procedente del mundo agrícola antiguo.

Para acabar es momento de hablar de otro elemento más que nos acompaña desde hace unos años en nuestras fiestas. Otra planta que se junta con el muérdago y el acebo, la llamada Flor de Pascua o Flor de Nochebuena.

Mi ejemplar de Flor de Nochebuena
Fotografía: I. Balensiya.

Otra costumbre pagana, para no perder la tradición, pero esta vez procedente del México de los dioses aztecas. Su nombre en idioma azteca es Cuetlaxochitl que significa flor color de fuego. Los antiguos mexicanos usaron esta hermosa planta para hacer pigmentos para su vida diaria y también como ofrenda a Tonantzin, la diosa de la tierra.

Azteca llevando flor de ofrenda.

Con la llegada de los españoles. Los frailes franciscanos encontraron semejanza a la diosa azteca con su Virgen de Guadalupe, y continuaron las ofrendas de esta flor roja sangre a la Virgen.

Comparación de las dos imágenes sagradas.

México seguiría decorando en diciembre con esta planta y el tiempo pasó hasta llegar a siglo XIX donde en 1821 México alcanzó su independencia siendo el primer representante diplomático de Estados Unidos Joel Roberts Poinsett, un amante de la botánica y admirado por la belleza de esta planta envió varios ejemplares a EEUU.

En 1834 se le llamó Euphoria Pulcherrima “la más bella” pero dado a la dificultad del nombre científico empezaron a llamarla comúnmente lo americanos como Poinsettia en honor al señor Poinsett que la introdujo en el país.

No fue hasta 1929 cuando se extendió su venta comercialmente en una exposición en Filadelfia. Ya que los botánicos habían logrado cultivarla y crear producción de aquellos ejemplares que envió Poinsett.

Siendo la familia Ecke la encargada de su cultivo a gran escala y comercialización por toda Norteamérica. Esta planta llegó a Europa a través del Escocés Rober Buist, un viverista que la comercializó y fue adoptada incluso por el Vaticano para adornar sus altares en Navidad, con la Flor de Nochebuena.

Iglesia católica adornada con Poinsettia.

En estos 200 años la Poinsettia ha sido manipulada genéticamente para mejorar los ejemplares y modificar los colores de sus hojas, pues las flores son las bolitas amarillas de su centro. Existiendo actualmente trescientas variedades de la planta azteca.

Callejero ahora ya conoces el origen de todos los elementos que rodean esta festividad que conoces como Navidad. Y aunque Yule sea una antigua fiesta pagana, nosotros lo podemos celebrar como un tiempo de reflexión y contemplación, para entendernos a nosotros mismos y mejorar como personas, para renacer en el nuevo año que entra.

 

                                                       Os deseo a todos vosotros un feliz Yule, Solsticio de Invierno y Navidad.

1 comentario:

  1. Interesante articulo Isabel que ilustra que muchas de las cosas que hoy creemos o seguimos tienen un pasado muy diferente. Quién sabe cómo irá evolucionando la navidad en los años venideros. Un saludo y gracias por compartir tu trabajo. Felices Fiestas.

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